
Animales del bosque 05
€139.00
Agotado
Hay una confesión que tengo que hacerte sobre esta colección. "Animales del bosque" brotó de uno de esos inviernos del alma. ¿Sabes a lo que me refiero? Cuando la vida te parece una vasta nevada de silencio y quietud, de esas que te paralizan y te hacen dudar si algo, en tu interior, sigue vivo. Estos medallones son justo eso: una esfera protectora que captura el instante en que descubrí que, justo en el centro del frío, la vida está latiendo con más fuerza.
Mi intención era dibujar esa belleza tranquila y resistente, la que no hace ruido. Por eso verás que, bajo el manto de nieve y los tonos grises y plateados que evocan esa quietud, hay un destello de calor. El ciervo, el conejo, el petirrojo o el cardenal, todos aparecen en medio del temporal, como si el bosque te estuviera contando un secreto ancestral: la vida persiste, siempre. Es un arquetipo precioso que necesitamos recordar: que incluso cuando afuera hay tormenta, o la sientes en tu corazón, en la vida interior está esperando la pausa, la calma, para mostrar su color. En este contraste entre la frialdad exterior y la calidez del animal que resiste, está el corazón de esta creación. Cada pieza está decorada a mano, con la delicadeza y el tiempo que solo le dedicas a una verdad profunda, la dedicación de quien sabe que una verdad tan hermosa merece una obra hecha despacio.
Quiero que lo mires bien. No es solo un objeto decorativo; es un recordatorio tangible de tu propia fuerza silenciosa. Lo sé, a veces te sientes atrapada en el ruido de las expectativas, o en esa sensación de que todo está quieto y sin avance. Pero este medallón te enseña que, si te paras, si te atreves a mirar bajo la superficie helada de las circunstancias, encontrarás al conejo atento o al majestuoso ciervo: la vida poderosa que reside en ti. Cuando lo cuelgues, ya sea en el árbol, en tu rincón de calma, o en el cabecero de tu cama, no estarás poniendo una decoración: estarás declarando un hecho. Estarás diciéndole a tu alma que sabes que, aunque no lo veas, el movimiento ya está ahí, bajo la nieve. Es el acto de amor más puro hacia ti: dotar a tu espacio de objetos que no solo son bonitos, sino que te hacen recordar quién eres y todo lo que ya tienes para resistir y florecer. Te lo aseguro: tenerlo cerca es despertar ese anhelo irresistible de vivir con esa claridad cálida de quien sabe que, pase lo que pase afuera, dentro, la vida se abre camino.




